Leyenda urbana: Pata de conejo de la suerte

Creer en la suerte es creer en los milagros de Dios, en uno mismo, en el azar y, a veces, en un objeto que representa esperanza, prosperidad o que puede tener una carga emocional. A continuación, conoceremos el origen de uno de estos objetos que han desencadenado eventos ambiciosos, pero también muy inesperados.


Hacía muchos años una pareja de esposos, Andrés y Alicia, tenían una buena vida en Chiclayo, cada uno trabajaba feliz de su carrera, vivían en una casa bonita con un gran jardín y una niña que les traía muchas felicidades. Y nadie podía culparlos por desear más, por querer una casa el doble de grande o tener más hijos y mascotas. Con este deseo en mente se mudaron a la ciudad de Lima habiendo obtenido un terreno codicioso en ATE.


Si bien el distrito no es conocido por sus riquezas, construyeron una casa muy agradable a la vista y se aseguraron de que siempre estuviera impecable contratando un servicio de limpieza. Por seguridad, incluyeron cámaras de vigilancia, aunque nunca sirvieron de ayuda para protegerlos del peligro. La señora Esmeralda era la mucama que trabaja cama adentro de lunes a viernes y su trabajo de limpieza era excepcional, pero el trato que recibía de parte de sus jefes no compensaba su pago por honorarios.

Disfrutaba limpiar durante el día porque sus jefes estaban trabajando o en la escuela, odiaba ver caer la noche, escuchar la puerta de la cochera elevarse, las peleas de Andrés y Alicia sobre los gastos de dinero y a la niña cantando canciones de Cyndi Lauper. No porque tuvieran una voz quisquillosa, sino porque cuando se dirigían a ella olvidaban por completo la moderación, el respeto y la dignidad humana.


Tal fue la humillación que soportó Esmeralda durante los tres primeros meses que no tuvo más opción que recurrir a los místicos métodos de educación que aprendió de niña en Huaycán. Cuando llegó el fin de semana y fue a su casa, sacrificó a un conejo blanco y disecó la pata izquierda trasera para volverlo un amuleto de la suerte. Sabía que sus jefes tenían una obsesión con el papel verde, el sucio dinero, pero en especial el señor Andrés. En la familia él causaba la mayoría de las discusiones porque perdía el dinero apostándolo en casinos famosos de Miraflores, pensando que un día sería multimillonario.



Es así como al regresar a la casa en ATE, encontró un momento único para entregarle el amuleto a Andrés.
-Señor Andrés.
-¿Qué quieres ahora, Esmeralda? Ya te pagamos la semana pasada.
-Quiero entregarle esta pata de conejo que le va a ayudar mucho en sus juegos. Sé que a su señora no le gusta, pero yo también creo que sí servirá.
-¿Una estúpida pata de conejo? Esas son creencias de puros serranos provincianos.
Esmeralda mantuvo su sonrisa fingiendo indiferencia al comentario y le entregó la pata atada como en un llaverito.
-Los conejos representan prosperidad en todo el mundo por sus hábitos reproductivos y la pata salvó a mi padre de una terrible enfermedad. Sé que ésta le ayudará en esos juegos y también hará feliz a su esposa, la hará tan feliz que olvidará por completo el tema con la vecina Valeria.. digo, ese tema.
Andrés recibió el artilugio y lo miró incrédulo varios segundos, hasta que decidió guardarlo en el bolsillo de su saco pensando en todas las mañas de la suerte que suelen tener sus contrincantes.
-No esperes que te de nada si gano.
Esmeralda aceptó sus palabras y siguió con sus labores hasta irse a la cama.



Sabía que el efecto de la pata es inmediato porque fue muy precisa con los ingredientes, con la pluma de cuervo, sangre de una virgen, colmillo de serpiente y el ingrediente principal: odio puro. Andrés gozó de buena suerte durante 24 horas, recibió un ascenso, la señorita del trabajo le aceptó una cita a escondidas, el jefe que le caía mal tuvo un accidente y ganó el triple de lo invertido en apuestas esa noche. También sabía lo que sucedería después.
El jefe Andrés estaba tan seguro de sí mismo que decidió abandonar a su familia y seguir probando suerte en la ciudad con la esperanza de iniciar una nueva vida de soltero, gozando de mucho dinero y su cuerpo todavía joven. Así fue como, mientras conducía por toda la avenida Arequipa, su vida fue atropellada por la maldición de la pata de conejo. Andrés fue embestido por un camión de bomberos que iba a toda velocidad.


La noticia llegó a la casa una hora más tarde, provocando júbilo en Esmeralda, pero también en Alicia, quien comenzó a imaginar todos los beneficios económicos que traía el acontecimiento. Herencias y beneficios de seguro de por vida. La única afectada fue la niña, que no podía imaginar vivir sin su padre. Los objetos de su anterior jefe pasaron a manos de Alicia, siendo la pata de conejo parte de ellos.
Alicia gozó de muchísima suerte en el trabajo también, dinero, regalos, vale gratuitos para viajes e incluso la lesión inesperada de personas que no le agradaban, hasta que obtuvo el mismo destino y falleció unos días después en el spa, cuando planchaban su cabello. Esmeralda tuvo compasión por la niña que apenas pasaba por los 7 años así que no solo la adoptó, también la protegió de la maldición y guardó la pata de conejo en un cofre muy especial, protegido por símbolos demoniacos.



Vivieron en la misma casa por años, aprovechando el dinero de los difuntos. Pero la vejez llegó por Alicia y con su fallecimiento, la niña, ahora en sus 43 años, tomó posesión de todos los objetos en casa y los vendió. El amuleto de la pata de conejo sigue dando suerte a quien la busca, como ha sido siempre con todos esos amuletos en el mundo, pero gracias a este ingrediente de odio en concepto de ambición, trajo la muerte a cada uno de los prósperos propietarios. Nadie sabe dónde se encuentra el objeto actualmente, solo están seguros de que la suerte no es para todos.




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